O-SENSEI

Morihei Ueshiba, conocido por los estudiantes de aikido como O-Sensei («Gran maestro»), nació el 14 de diciembre de 1883 en la ciudad de Tanabe, Japón. De joven, dominó muchas artes marciales, tanto con estilos de manos vacías como con armas. En 1912, él y su esposa, Hatsu, se mudaron a Hokkaido donde comenzó a estudiar Daito-ryu jujitsu bajo la dirección de Sokaku Takeda Sensei. O-Sensei estudió intensamente, llegando a ser muy competente técnicamente; sin embargo, su inquietud espiritual aumentó cuando salió a la luz su conciencia de la futilidad de un camino basado en la victoria sobre los demás. Transformado por sus conocimientos espirituales, el dominio técnico de O-Sensei evolucionó hacia el aikido, un arte marcial de refinamiento y poder asombroso, fundamentalmente diferente de los que lo precedieron.

En 1927, O-Sensei se mudó a Tokio donde fundó su primer dojo, el Aikikai Hombu Dojo, que todavía existe hoy como la sede mundial de Aikido. El 26 de abril de 1969, O-Sensei falleció, dejando a su hijo, Kisshomaru Ueshiba, para convertirse en aikido doshu («director de aikido») de la sede mundial de Aikikai. Kisshomaru Ueshiba Doshu fue sucedido a su vez por su hijo y nieto de O-Sensei, Moriteru Ueshiba Doshu en enero de 1999, quien hasta el día de hoy sigue difundiendo el arte del aikido por todo el mundo.

AIKIDO

La palabra aikido se compone de tres caracteres japoneses: ai, que significa armonía; ki, espíritu o energía; y hacer, el camino o el camino. Por lo tanto, el aikido es «el camino hacia la armonía con la energía vital». En este sentido, O-Sensei creó un arte marcial en el que la preservación del atacante es tan importante como la propia defensa.

Aikido es más que el estudio de técnicas físicas; También se enfatiza la actitud, el comportamiento y el respeto. Los movimientos básicos del aikido son de naturaleza circular. Uno entrena para armonizar con la agresión, en lugar de confrontarla.

Como budo japonés tradicional, el aikido mantiene las cualidades del espíritu marcial, la técnica eficaz y el entrenamiento intenso. Esto, junto con la premisa del respeto mutuo y el cuidado, y el importante equilibrio entre el atacante y el defensor, encarna el espíritu del deseo de paz universal de O-Sensei.